EL CONCIERTO CLÁSICO

El concierto clásico para solista vino a reemplazar, a mediados del siglo VIII, al concerto grosso, en el que se daba la alternancia de un grupo de solistas con el grupo orquestal. El grupo orquestal o ripieno del concertó grosso corresponde a la orquesta sinfónica completa. Los solistas más frecuentes del concierto clásico son el violín y el piano, aunque en general pueden ser los instrumentos, especialmente los de viento, como su cede en Haydn y Mozart.


El esquema formal viene a ser el mismo de la sonata clásica, con la diferencia de que, en vez de cuatro movimientos, hay tres (allegro, lento, rápido). En el primer movimiento se utiliza también el tipo allegro de sonata, con las modificaciones que requieren el solista y la orquesta: doble exposición, una encomendada al solista y la otra a la orquesta, que es la que suele abrir la pieza.
Es característica del concierto una cadencia o largo reposo, colocada hacia final del 1 movimiento ( a veces también en el tercer movimiento ), en donde el solista, sin acompañamiento y muy libremente, resume virtuosísticamente el material temático precedente. Dicha cadencia solía ser improvisada por el intérprete hasta que Beethoven, ante los abusos de mal gusto, decidió escribirla, medida que también tomaron los músicos posteriores.


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